Hoy en día, esta energía solar se puede aprovechar de dos maneras: transformándola en energía térmica mediante termotanques o calefones solares, o bien en energía eléctrica a través de paneles fotovoltaicos.
Una instalación básica consta de un grupo de 7 paneles ubicados en el exterior de la vivienda, fijados mediante una estructura normalmente al techo de la vivienda o edificio. Estos paneles se conectan mediante cables a la red eléctrica mediante un equipo inversor, encargado de compatibilizar la corriente alterna necesaria para los consumos del local con la corriente continua generada. Se colocan también las protecciones eléctricas necesarias para una operación segura. Se encuentran disponibles equipos con diversas capacidades, 1,5, 3 y 5 kW, que se adaptan a sus necesidades energéticas.
Como funciona
Los paneles están compuestos por células de silicio monocristalino que emplean el llamado efecto fotoeléctrico para convertir la luz solar en electricidad. La energía eléctrica generada en los paneles crece con la intensidad de la radiación solar; cuando esta sobrepasa un valor mínimo, el inversor conecta los paneles con los consumos del hogar, reduciendo el uso de energía eléctrica desde la red.